Alma perdida

Vagando por un desierto de miradas, palabras, y gestos, me veo condenada a vivir encadenada al sentimiento de la soledad.
La ventana que me proporciona luz y a su vez melancolia es leer unas letras calidas de una amiga lejana, el aire nuevo, renovador de ideas, pero duro y letal como el veneno es salir de mi carcel y contemplar el exterior.
Quizás no sea la niña alegre que miraba por la ventana para ver crecer su almendro, quizás buscaba en cuentos lo que ansiaba pero no tenia, desafortunada desde que nací.
Grito con rabia desesperadamente que escuchen caer mis lagrimas, pero finalmente todo es en vano, La resignación me devilita, me arranca las fuerzas y me hace desfallecer hasta dejarme dormida en un baño de lagrimas.
Condenada a vagar por un desierto sin derecho a ser feliz, porque alguien decidio no aceptar sus responsabilidades y culparme de todo mal.